La evolución de los ordenadores

Siempre hemos oído que el primer ordenador de la historia fue el ábaco. No cabe la menor duda. Nuestros antepasados, sin saberlo, crearon un ordenador en el instante en que construyeron un artilugio al que trasladaron gran parte del esfuerzo de realizar cálculos numéricos. El ordenador en la actualidad, como a menudo sucede con las creaciones del hombre, ha ampliado sus utilidades, llegando a resultar una herramienta indispensable para la sociedad, en materia laboral y de ocio.

Las primeras aproximaciones hacia lo que hoy conocemos como ordenadores fueron creadas en la primera mitad del siglo XX. El uso de estas máquinas se reducía al ámbito de las operaciones matemáticas (como el ENIAC) de cierta complejidad (fundamentalmente ecuaciones de difícil resolución), así como el análisis e investigación del alcance de diversas bombas, durante las Guerras Mundiales. Por este motivo, los ordenadores de la época eran coto privado de élites y gobiernos, puesto que además los precios eran entonces prohibitivos. 

Sin embargo, todo cambió en la segunda mitad del siglo pasado. Las válvulas empleadas en los primeros ordenadores fueron sustituidas por los transistores, hecho que permitió una considerable reducción en el tamaño de los procesadores, así como un aumento en la velocidad de los mismos. Dado que la entonces novedosa tecnología requería un consumo menor de energía, y que su vida útil resultaba ser mucho más longeva, los costes de los ordenadores se redujeron proporcionalmente, permitiendo este hecho el acceso al ordenador a un mercado mayor.

La década de los años 70 fue clave en la historia de los ordenadores. A la revolucionaria llegada del microprocesador, hay que sumarle el nacimiento de las empresas punteras del sector en la actualidad (con permiso de IBM): Microsoft (1975) y Apple Inc. (1976) -a quien pertenece el logo de la imagen superior-. La primera es hoy en día el referente en el mundo de la informática: la mayoría de los ordenadores vendidos en la actualidad incorporan su sistema operativo (Windows) de serie; a la segunda hay que atribuirle un hecho de enorme importancia: la democratización del ordenador. Cuando nadie apostaba por la venta de tecnología informática al público en general, Apple invirtió tiempo y recursos en tratar de hacer llegar dicha tecnología a un mercado sin restricciones (aunque aún algo acotado en las clases más pudientes por su todavía alto precio). Los avances tecnológicos fueron llegando, y ya los ordenadores no eran solamente una herramienta matemática: ahora, entre otras aplicaciones, podíamos también escribir con ellos. Los usos se multiplicaban, y la posesión de ordenadores era cada vez más sinónimo de facilidad en el trabajo.

La llegada de Internet abrió una nueva ventana de utilidades en el ordenador, potenciada por la globalización. La comunicación escrita, verbal y visual o las compras a miles de kilómetros de distancia eran ya una realidad. La mejora de las tecnologías, así como las numerosas ventajas y utilidades que proporcionan los ordenadores de la actualidad, ha permitido que éste sea algo más que un electrodoméstico más o menos caro, o un gadget más: el ordenador (ya sea con Macintosh, Windows, Linux, u otros) es ya la ventana a cualquier lugar del mundo, ventana sin la cual no concebiríamos la sociedad desarrollada en la actualidad.